31 de agosto de 2017

Ambientación: El caldero celta para resucitar a los muertos


Por Ricard Ibáñez

En Himmerland, Dinamarca, se encontró en 1891 lo que posiblemente sea la mayor pieza arqueológica en plata de la Edad de Hierro: el llamado “Caldero de Gundestrup”. Esta pieza (o piezas, que de hecho se encontró dividida en trece partes, quizá para mejor esconderla) está hecho de plaza casi pura (97%) y se trata de un caldero de 42 cm. de altura con un diámetro de 69 cm. Los expertos lo han fechado nada menos que en el siglo II a. de C. Si quieren verlo in situ, está en el Museo Nacional de Dinamarca, en Copenhague, aunque les cae más cerca las tres fieles reproducciones que de él han hecho los franceses. Las pueden encontrar en el museo Galoromano de Fourvière en Lyon, el de la civilización céltica de Bibracte (Saona y Loira) y en el Arqueológico de Dijon.

¿Y qué tiene de especial el caldero en cuestión? Sin duda es una representación (que no digo yo que sea el auténtico) del famoso “Caldero Mágico” de la tradición druídica celta. Con él se pueden obrar prodigios: unos dicen que se puede resucitar a los guerreros muertos, otros que alimentar a un millar de hombres y no faltan los que afirman que concede la sabiduría a quien come de él. De su leyenda nace el mito del Grial (convenientemente cristianizado, por supuesto).

Algunos antropólogos, con el cinismo natural que les caracteriza, señalan que puede que la leyenda del caldero simplemente sea un recuerdo de un canibalismo ritual en tiempo de guerra, ya en desuso: troceando al compañero (o enemigo) caídos y consumiendo de él una vez cocinado en un caldero, el guerrero viviría para siempre en todos los comensales, que además adquirirían su fuerza, valor y sabiduría. No me tuerzan el gesto que eran costumbres en boga hasta tiempos relativamente recientes (siglo XIX o así) en muchas tribus de América y África. En la época en la que los celtas entran en la Historia escrita ya no practicaban el canibalismo, aunque sí el sacrificio de prisioneros de guerra en el caldero mágico. Según cuenta Estrabón (V II 2,3):

“los cimbrios de Jutlandia tenían la costumbre de arrojar a los prisioneros degollados en un gran caldero de resurrección, bajo el que encendían un fuego”.

Es otro antropólogo, Mircea Eliade, el que apunta otra costumbre relacionada con el caldero: en ciertas zonas de influencia celta el chamán, a punto de morir, era sacrificado, descuartizado y cocinado en un caldero. Así “renacería” en un cuerpo joven..

En nuestro país hay constancia escrita que el ritual se trató de realizar al menos una vez: a inicios del siglo XVII en Viana (Navarra) vivía una anciana ciega llamada Endregoto con gran fama de bruja sanadora. A ella acudió el conde de Aguilar, ya anciano, prometiéndole lo que fuera con tal de que le devolviera la juventud y (sobre todo) la virilidad. El ritual se llevó a cabo en las bodegas de la mansión del conde: Endregoto mezcló en una cuba porquerías como sangre de murciélago, soga de ahorcado, lenguas de víboras, ramas de nido de águila..., cosas así. Luego le dieron al conde una manzana impregnada en una pócima que le provocó un profundo sueño con apenas un par de mordiscos. Dormido estaba cuando los seguidores de Endregoto (entre los que se contaba otro personaje famoso, Joannes de Bargota, un día tenemos que hablar de él) lo desnudaron, degollaron y descuartizaron. Sus restos fueron a parar a la cuba, que Endregoto revolvía con un hueso de lobo, musitando hechizos. Y claro, el conde no resucitó, ni joven, ni inmortal, ni viril, ni nada. Cuando quedó eso claro huyeron todos, dejando al pobre conde desmembrado. La justicia capturó a algunos, y bajo tormento lo confesaron todo. Endregoto fue condenada y ejecutada, no por bruja, sino por asesina y hereje.

En Aquelarre una versión del mito, en forma de hechizo, lo podemos encontrar en la página 231 de Daemonolatreia, con el nombre de “Aberración de Adán”:
 
Aberración de Adán
Vis Séptima
Tipo: Maleficio.
Componentes: Alquimia 100% o mas, un caldero grande con tapa, madera podrida, carbón vegetal, sangre de cerdo, un trocito de carne del blanco (debe estar vivo), toda la sangre de una virgen, piedra de gul, (cuerno de brucolaco o colmillo de upiro), sangre de cinocéfalo, sangre de un espíritu familiar, (tierra de una puerta del infierno o sangre de un poseso), mandrágora, conocer el hechizo de bautismo negro e invocación de despojos.
Caducidad: N/A.
Duración: Permanente, hasta la destrucción de la aberración (la muerte del blanco sume a la criatura en un coma irreversible, aunque no la mata).
Preparación: La realización del hechizo es bastante elaborada: en un lugar discreto, a medianoche, se ponen los componentes el caldero a cocer, a un fuego muy lento, y se lanza el hechizo. Si el hechizo tiene éxito, el trocito de carne del blanco ira creciendo el caldero, como si de un útero se tratase. El proceso es lento y el demonólogo deberá mantener el fuego siempre encendido, a la misma intensidad, con el caldero tapado, solo destapándolo para añadir mas sangre de cerdo para reponer la pérdida.
Descripción: El origen de este hechizo es un misterio. La idea original era la de crear vida, pervirtiendo los fundamentos de la magia roja con el uso de la demonología, usándose para engendrar un fiel y poderoso engendro infernal, al servicio del demonólogo, aunque el resultado fue un tanto distinto al esperado. Hoy en día poca gente se arriesga a usar este hechizo, aunque quien sabe si hay por ahí alguien, lo suficientemente loco o necesitado, para usarlo...
Si cumple debidamente la preparación y todo va como debe, tras un mes lunar, del caldero surgirá una Aberración de Adán (se recomienda tenerle una victima preparada, si no quiere convertirse el demonólogo en su primera comida…). La criatura no estará bajo el control del demonólogo, aunque si este se dedica a hacer maldades, puede obtener su colaboración (tras una apropiada negociación, lo mas seguro).

24 de agosto de 2017

Leyenda: Jaque al sultán


por Juan Pablo Fernández del Río

Al Rvdmo. P. abad del monasterio de San Gabriel, monseñor Domingo de Córdoba.

Querido hermano en Xto.:

Comoquiera que en una carta anterior me habéis confesado vuestra afición por el juego de escaques, que los moros llaman acedrex, he tenido a bien indagar acerca de las leyendas que rodean a este juego.

Ahora bien, asaz distinto era antaño: no había enroques, los peones no podían avanzar dos casillas en su primer movimiento, los alfiles avanzaban solo dos casillas en diagonal, saltando las piezas que estuvieran en medio y, lo más importante, no existía la dama, sino el alferza, que solo movía una casilla en diagonal, aunque en su primer movimiento podía mover dos casillas adelante, saltando los peones. Por esta razón, las partidas duraban mucho más tiempo que ahora que contamos con la poderosa dama en sustitución del alferza (la cual, dicen, se introdujo en honor a nuestra católica reina doña Isabel).

Dos son las leyendas más conocidas en torno al juego. La primera data del siglo XI, cuando se dice que el rey Alfonso, a punto de conquistar Sevilla, recibió la visita del visir de al-Mutamid, el monarca hispalense, y que le desafió a una partida. El rey cristiano aceptó, ya que era gran aficionado, pero no sabía que aquel hombre era uno de los mejores jugadores de al-Andalus, y perdió contra él. Habiéndose pactado que el perdedor concedería un deseo al vencedor, el visir pidió a Alfonso que levantara el sitio que había puesto a Sevilla. Este, que había dado su palabra de caballero, no tuvo más remedio que cumplir, aunque, a cambio, impuso un tributo.

Pero más popular se hizo la leyenda que con más detalle os relato a continuación. Sus protagonistas son también los moros, que, sin duda, practicaban ampliamente este juego y, por tal, lo dominaban, mas no es historia contraria a la fe cristiana, pues es su moraleja que nunca se ha de perder la esperanza, y que Dios solo le concede fortuna al que bien se la sabe labrar.

JAQUE AL SULTÁN

En el año de Nuestro Señor de 1408 reinaba en Granada Muhammad VII. Fue este un rey implacable, que gobernó con mano de hierro y supo imponerse en un tiempo en que no era en absoluto saludable convertirse en sultán de la corte nazarí, puesto que el mal del regicidio imperaba entre la familia real. Mas, precisamente, por su fuerte carácter, Muhammad supo conservar el trono mucho más tiempo que la mayoría de sus subversores parientes. En primer lugar mandó envenenar a su padre, Yusuf II, y después se deshizo de su hermano, el que iba a ser Yusuf III y legítimo heredero, encerrándolo en el castillo de Salobreña, y proclamándose así rey en 1392.

El destronado permaneció recluído dieciséis años, durante los cuales escribió algunos de los versos más tristes de la literatura andalusí. En ellos añoraba Granada y a su padre asesinado, y algunos los dedicaba a una misteriosa mujer de la que estaba enamorado y cuya existencia negó en varias ocasiones, alegando que solo era fruto de su imaginación. En realidad se trataba de la sayida, la favorita de Muhammad VII y la que tendría que haber sido su esposa. La sayida estuvo intrigando todo el tiempo con las personas de la corte favorables a Yusuf para liberarle y devolverle el trono.

Sin embargo, el fiero y desconfiado monarca Muhammad descubrió y frustró cuantos intentos se hicieron por desposeerle de su cetro. En una de las ocasiones, además, asesinó al poeta ibn-Zamrak, conocido por ser de los que más poemas epigráficos ha dejado en la Alhambra. El poeta, favorable a un hombre culto y de ciencia como era Yusuf, había sido uno de los cabecillas de la facción que apoyaba al legítimo heredero, y, tras su muerte, cesaron los subrepticios intentos por entronarle. Por su parte, la sayida nunca cejó en su empeño, pero, a partir de entonces, hubo de ser tan precavida que ninguno de sus planes pudo prosperar.

Hasta el año de 1408. El 13 de mayo, Muhammad se encontró enfermo. Sospechando que había sido envenenado y que le restaba poco tiempo, para que su hijo no tuviera ningún obstáculo en la sucesión, mandó matar a Yusuf, para lo cual envió a Salobreña a varios hombres a los que había ordenado regresar a Granada con la cabeza de su hermano. Cuando llegaron al castillo e informaron al condenado de las malas nuevas, Yusuf pidió un último deseo: ver a la sayida para despedirse de ella antes de morir. Pero, como no hubiera tiempo, ya que Muhammad quería que la orden se cumpliera de inmediato, le fue denegada su petición. «Concededme otra cosa, entonces», pidió Yusuf. «Dejadme al menos terminar la partida de ajedrez que había empezado con el alcaide antes de vuestra llegada». Les debió parecer más inocente y rápida esta última voluntad, y, por ello, lo permitieron.

Demasiado tarde comprendieron su error, al ver que la partida se alargaba durante horas, y que, ante su apremio, Yusuf contestaba aduciendo que habían dado su palabra, y el alcaide, que después de tantos años le había cogido cariño, les amenazaba prometiéndoles que toda Granada sabría que la habrían roto si no le dejaban terminarla. Al fin, la partida concluyó con el jaque mate de Yusuf al alcaide con un alfil, pero, mientras el condenado se despedía de sus carceleros, llegó una comitiva exigiendo que se le permitiera el paso de inmediato. Una vez en el interior del castillo, advirtieron a los verdugos que no llevaran a cabo la orden que se les había encomendado, ya que, de cumplirla, cometerían un regicidio; pues quien iba a ser su víctima acababa de ser proclamado sultán de Granada con el nombre de Yusuf III.

Ideas de aventuras

  • Los PJ (que deberían ser árabes) reciben el encargo de una misteriosa mujer, una de las criadas de la sayida, que les encomienda la misión ir al castillo de Salobreña y fingir ser emisarios de la corte para proclamar allí mismo rey a Yusuf III. Sin embargo, Muhammad, o su hijo, se han enterado del plan y mandarán a varios asesinos a acabar con los PJ. Los seguirán de cerca e intentarán acabar con ellos en secreto en una venta donde paren a descansar. Además, en la escena final, si sobreviven, podría haber un enfrentamiento contra los verdugos enviados por Muhammad.
  • Los PJ, que viven en la Alhambra y, por tanto, la conocen bien, son contratados por un eunuco que cuida de la sayida. Su señora insiste en que quiere salir al mercado, pero no le está permitido; no obstante, después de muchos ruegos, logra que su eunuco favorito acceda en secreto y le permita salir de incógnito. En realidad, la sayida quiere ir a comprar un veneno, pero esto no lo sabe nadie. Sin embargo, el hijo del sultán se huele algo desde hace tiempo y ha mandado vigilar (y matar, si es necesario) a la sayida. Los PJ tendrán que protegerla dutrante su furtiva salida. Si lo consiguen, al día siguiente se sabrá que el sultán podría haber sido envenenado y se está muriendo.
  • Los PJ acompañan a un caballero veinticuatro, miembro del concejo de Córdoba, a un pueblo fronterizo, donde se va a entrevistar con unos golpistas que quieren que el trono vuelva a su legítimo heredero, Yusuf. O eso es lo que piensa el caballero, porque, en realidad, es una encerrona: Muhammad ha sabido que algunos miembros del concejo de Córdoba están intrigando para deshacerse de él y ha mandado a unos sicarios para que maten a este caballero. Los PJ tendrán que protegerle, ya que le podrían atacar por el camino. Si el caballero muere, este, antes de expirar, les pedirá a los PJ que manden un mensaje a un tal “Falcón” en la Alhambra para alertarle de que han sido descubiertos. En ese caso, los PJ tendrán que viajar a Granada y tratar de descubrir quién es ese tal “Falcón”. Finalmente, descubrirán que se trata del pseudónimo del líder de la facción favorable a Yusuf, que no es otra que la sayida. ¿Se las podrán arreglar para hacerle llegar el mensaje delante de las narices del sultán?


17 de agosto de 2017

Ambientación: El Lobero (Parte 2)



Por Hardeck

El Lobero en Aquelarre

Como profesión estas son las lineas generales que un Jj ha de seguir, si quiere seguir las huellas del lobo. Para loberos farsantes, siéntete libre de modificarlo a tu gusto (Elocuencia y Disfrazarse deberían ser primarias.

Mínimos en Características
15 en FUERZA, AGILIDAD y RESISTENCIA. Máximo de 10 en CULTURA (y mucho es).

Origen social
Campesino, preferiblemente etnias y reinos de la zona norte peninsular. En un principio este oficio esta reservado a varones, pues las feminas serían brujas loberas y de hecho no había muchas noticias de “loberas” que siguieran el modus operandi de los loberos, pero dado que uno de los origenes era hereditario no me cierro en banda a permitirle el acceso a la existencia de loberas, autenticas mujeres salvajes.

Competencias principales
Conocimiento Animal
Correr
Descubrir
Rastrear

Competencias secundarias
Conocimiento Mágico
Conocimiento Vegetal
Escuchar
Leyendas
Nadar
Pelea
Sigilo
Trepar

Orgullos y Vergüenzas
Los loberos auténticos requieren del rasgo u orgullo necesario para ejercer como tales (el mismo que las loberas, con idénticos beneficios). Para picaros o farsantes serían necesarios orgullos de afinidad animal con los lobos o de mascota, para tener algún lobo domesticado

Ingresos Mensuales
Los loberos auténticos no tienen ingresos, pero tampoco gastos, ya que viven de las limosnas y la caridad que se le ofrece por sus servicios, amén que con su falta de apego a la sociedad humana ordinaria, en poca cosa sabría en que gastarse el dinero. Los farsantes, o loberos auténticos menos escrupulosos, obtienen el valor de su Elocuencia en maravedíes.

Perfil mágico
El mismo que la Lobera.

Magia Lobera

Los loberos obtienen los mismos hechizos que las brujas loberas mas los siguientes (el DJ es libre asignárselo también a las brujas loberas, de manera gratuita, si así estima conveniente). Estos hechizos se consideran magia de origen popular y no se requiere ser lobero o lobera para poder usarlos. Todos los hechizos se consideran magia blanca, salvo lo hechizos de Convertirse en Lobero que podrían considerarse de magia negra, si se usan (o no) con mala intención. Estos hechizos bien se podrían considerar magia pagana, pudiéndose reducir su vis en un nivel si se consideran como magia sagrada de algún culto (el del Dios Lobo es un buen ejemplo).
Hay dos versiones del Convertirse en Lobero, porque, entiendo, que seguir los predicados “legendarios” del ritual (versión I) y pasar siete años de penurias puede ser muy duro para algún PJ, interesado, con lo que he ofrecido una alternativa (versión II), mas, como decirlo, “jugable”. Con ello, el DJ puede elegir con cual de ellos quedarse, o quedarse con ambos (el I para PNJs y el II para PJs) o simplemente desechar ambos.
Y antes de sacar el grimorio a pasear, un ultimo apunte: la sangre del Lobero se tenía como mágica y una gota de su sangre se podía usar en multitud de rituales mágicos (aun cuando el lobero no fuese de origen IRR). A efectos de juego, la sangre del lobero puede sustituir a la sangre de lobo o algun otro componente material lupino, con un bonus de lanzamiento de +25%, o la sangre de alguna otra bestia, ser IRR bestial o incluso demonio bestial, aunque sin bonus (o con malus si se riza en exceso el rizo de la magia simpatica).

Padrenuestro del Lobo

Vis: Secunda o Tertia.
Tipo: Maleficio.
Componentes: Una figurilla tallada de un lobo.
Caducidad: N/A.
Duración: 1D6 horas, si se lanza como vis secunda o hasta el siguiente amanecer, si se lanza como vis tertia. En este ultimo caso, lanzarlo durante la Noche de San Juan extiende su duración a nueve días.
Preparación: Este hechizo se puede usar de dos maneras: como vis secunda, en cualquier momento, se junta las manos con la figurilla en medio y se recita el padrenuestro del Lobo, mientras como hechizo de vis tertia, se ha de reunir al ganado en lo alto de una loma o similar y, al amanecer, rezar con las manos juntas, entorno a la figurilla.
Descripción: Si el hechizo tiene éxito, como hechizo de vis secunda emula los efectos del hechizo de amansar fieras, pero solo para lobos. Como hechizo de vis tertia, el ganado reunido estará protegido contra ataque de lobos hasta el próximo amanecer.
Este hechizo tiene también su versión en Conjuro de Abad:

Padrenuestro de Lobos

Ordo: Secunda.
Tipo: Ensalmo.
Componentes: Estampa o pequeña imagen de San Francisco de Asís.
Tiempo de ejecución: Dos asalto.
Tiempo de consumación: Inmediato. Los efectos duran 1D6 asaltos si se lanzan como protección o hasta el siguiente amanecer, si se usa sobre el ganado
Preparación: El ensalmador se ha de santiguar, encomendandose a San Francisco de Asís y recitar el padrenuestro de los lobos. Si se usa para proteger al ganado, se lo ha de reunir en lo alto de una loma o similar y rezar las plegarias durante el amanecer
Descripción: En caso exitoso, tiene los mismo efectos del hechizo de Padrenuesto del Lobo (ver más arriba).


Sal conjurada de lobo

Vis: Tertia.
Tipo: Ungüento.
Componentes: Sal, Saliva de lobero, saliva o babas de lobo, pelo de lobo, aconito y menta de lobo.
Caducidad: 2D3 meses.
Duración: Especial.
Preparación: La preparación de este “ungüento”, mas bien sales, es bastante simple y artesanal, no requiriendo un conocimiento especial de Alquimia, pudiendo los loberos confeccionar las sales de manera automática, aunque tarden el tiempo máximo de un alquimista novato. Los auténticos loberos pueden preparar este ungüento con menos componentes solo necesitando la sal y las salivas.
Descripción: Los ensalmadores tenían sus cedulas, los saludadores su saliva y los loberos tenían su sal conjurada que ofrecían a los pastores y ganaderos para espantar al lobo. A efectos de juego, usar estas sales permitiría el lanzamiento de hechizos tales como amansar fieras y esencia de hostilidad, pero a vis secunda y tertia respectivamente, gastándose una dosis por lanzamiento. Los alquimistas pueden usar estas sales en sus formulas referentes a lobos, doblando sus efectos o numero de dosis. El vulgo puede usarla a la manera que usamos hoy en día el azufre para espantar a los canes…

Convertirse en Lobero (I)

Vis: Quarta.
Tipo: Maleficio.
Componentes: Una poza, charca o caudal de agua estancada, conocer el Padrenuestro del Lobo, una piel de lobo.
Caducidad: N/A.
Duración: Permanente.
Preparación: En la medianoche de la Noche de San Juan, el ejecutante se desnuda completamente y se sumerge en la charca, recitando el Padrenuestro del Lobo, mientras renuncia a su humanidad en pos de su naturaleza lupina, saliendo por la otra orilla, tras lo cual se viste con la piel de lobo y deberá buscar una manada de lobos donde permanecerá con ella durante siete años. Tras este tiempo deberá repetir el ritual, esta vez reganando la humanidad perdida.
Descripción: Si el ritual tiene éxito (en siete años, mil cosas pueden pasar…), el ejecutante obtiene el orgullo y los poderes de un lobero.


Convertirse en Lobero (II)

Vis: Quinta.
Tipo: Maleficio.
Componentes: Una poza, charca o caudal de agua estancada, conocer el Padrenuestro del Lobo, una piel de lobo.
Caducidad: N/A.
Duración: Permanente.
Preparación: En la medianoche de la Noche de San Juan, el ejecutante se desnuda completamente y se sumerge en la charca, recitando el Padrenuestro del Lobo, mientras renuncia a su humanidad en pos de su naturaleza lupina, saliendo por la otra orilla, tras lo cual se viste con la piel de lobo y deberá buscar una manada de lobos y vencer al lobo alfa en un combate sin armas.
Descripción: Si el ritual tiene éxito, el ejecutante obtiene el orgullo y los poderes de un lobero.

Ofrenda a los lobos

Vis: Quinta.
Tipo: Maleficio.
Componentes: Una res, un cuchillo de pedernal que el lobero se ha de fabricar el mismo.
Caducidad: N/A.
Duración: 2D6+2 días. Cada res adicional sacrificada extiende la duración en 1D6 días.
Preparación: El lobero coge la res donada y se dirige a una loma, montaña u otro punto alto cercano a la localidad. Alli mata la res con sus propias manos y la despedaza con el cuchillo, colocando cada trozo en un punto cardinal, tras lo cual realiza una plegaria mientras se realiza la ofrenda. Descripción: Si el hechizo tiene éxito, de cada punto cardinal acudirá un lobo que tomará la carne, tras lo cual partirá. Mientras los efectos del hechizo se mantengan el ganado de aquel que dono la res estará protegido contra los ataques de los lobos. El lobero puede extender la protección a toda la localidad, a costa de reducir la duración a la mitad, aunque si cada ganadero donase una res, se tendría la duración ordinaria para todos los implicados. En caso de extender la protección a la localidad, protege a a los habitantes de los ataques de los lobos, siempre que no sean los lugareños los que inicien las hostilidades.


Para terminar, os dejamos a continuación el enlace para que podáis descargar en un único PDF las dos partes del articulo sobre el Lobero:


10 de agosto de 2017

Leyenda: La heredera mestiza

por Juan Pablo Fernández del Río

Al Rvdmo. P. abad del monasterio de San Gabriel, monseñor Domingo de Córdoba.

Querido hermano en Xto.:

En las primeras letras que os mandé elogiaba vuestra sabia decisión de reunir en un tomo leyendas y fábulas ejemplarizantes, y os comentaba la necesidad de contarlas desde el punto de vista del buen cristiano, mudando cuanto fuera menester, para que infieles y falsos ídolos queden sometidos al poder de Cristo y retenga esto la memoria del oyente. Mas esta noble tarea requiere habilidad para que el rastro de lo pagano no contamine lo divino, ni, en el afán por borrarlo, dejemos lagunas o incongruencias que resten credibilidad a lo narrado.

Hace poco, precisamente, hice un hallazgo que pone en relieve esto que os digo, y es que pude conocer las dos versiones de una misma historia: la cristiana y la pagana. Se trata de un suceso que Pablo, diácono de Mérida, relata en su obra Vitae Sanctorum Patrum Emeritensium. El autor narra la llegada de un abad africano a la región para hacerse cargo de un feudo en tiempos de Leovigildo, y de cómo es asesinado por los que iban a ser sus súbditos. En el texto se destacan sus virtudes y se demoniza a sus asesinos, como no podría ser de otra forma. Mas, por casualidad, buscando obras de Aristóteles, di con un palimpsesto que conservaba el original escrito en árabe. Conocéis ya cuán curioso soy: no pude resistir la tentación de transcribir todo el escrito y traducirlo. Hube de acudir a un truchimán, pues, aunque conozco el árabe, el texto era antiquísimo y no podía entender gran cosa. Resultó ser una periégesis de uno de los primeros invasores moros de la península en la que este recoge detalles geográficos e historias tradicionales de cada región. Grande fue mi entusiasmo al ver que algunos nombres coincidían con los del suceso narrado por el diácono emeritense, y, conociendo vuestra afición por los hechos del pasado contados en distintas versiones, aquí os traigo ambos textos ya traducidos. No es necesario que os diga que, dadas las lagunas del primero y la naturaleza del segundo, ninguno de los dos se debería incluir en vuestro compendio. Los reproduzco solo para vuestros ojos.


Vidas de los santos padres emeritenses, capítulo 3 (por Pablo, diácono de Mérida).

Cuentan muchos que hace ya bastantes años, en tiempos de Leovigildo, rey de los visigodos (568-586), el abad Nuncto vino de tierras africanas a la provincia de Lusitania, y que, después de pasar un tiempo allí, por devoción, quiso visitar la basílica de la Santísima Eulalia, donde descansan sus sagrados restos. Sin embargo, se dice que por todos los medios evitaba la mirada de las mujeres como quien huye del mordisco de una víbora, mas no por misoginia, sino porque temía caer en el vicio al contemplar su aspecto. Así pues, allá a donde iba, ordenaba que caminara un monje delante de él y otro detrás a cierta distancia para que ninguna mujer tuviera ocasión de verle. Este, tras llegar, como hemos dicho, a la basílica de la mártir Santa Eulalia, le rogó con mucha insistencia al reverendísimo señor diácono Redento, que allí mandaba, que pusiera un vigilante para que, cuando saliera de su celda por la noche a orar a la iglesia, no lo viera dentro ninguna dama. No obstante, mientras se demoraba unos días en aquella santa iglesia, una viuda muy noble y virtuosa, llamada Eusebia, estaba empeñada en verle. Él no lo consentía de ninguna manera, y, por más que le pidieran que se dignase a verla, no daba su brazo a torcer. Pero ella, determinada a salirse con la suya, imploraba al mencionado diácono Redento que, en terminando los laudes matutinos, mientras él volvía de la iglesia a su celda, y estando ella escondida, ordenara que encendieran cirios cerca del santísimo varón para que al menos pudiera verlo de lejos. Así se hizo, y en cuanto, sin él saberlo, le alcanzó a mirar la mujer, con un gran grito se echó a tierra, como si hubiera sido golpeado por una piedra, y, al instante, comenzó a decirle al diácono Redento: «¡Dios te perdone, hermano! ¿Qué has hecho?». Tras esto salió al punto y se retiró con unos pocos hermanos a una ermita, y allí se preparó una modestísima morada.

Sin embargo, como empezara a destacar en la región por sus muchas virtudes, su creciente fama llegó a oídos del rey Leovigildo, quien, aunque era arriano, para que rezara por él al Señor, dispuso por escrito que este hombre y sus hermanos recibieran una parte importante de su hacienda para que tuvieran comida y ropa; lo cual Nuncto rechazó de plano. Pero entonces fue a verle un mensajero del rey, que le dijo: «No debes despreciar el ofrecimiento de un amigo»; y, al final, cedió a las presiones.

Días después, los habitantes de aquel lugar empezaron a decir: «Vayamos a ver cómo es el señor al que nos han encomendado». Y al verle con la ropa sucia y hábito andrajoso, le amenazaron todos diciendo: «Preferimos morir a servir a semejante señor». Pasados unos días, estando el santo varón en el bosque con unas pocas ovejas que había llevado a pastar, al verlo solo lo asesinaron rompiéndole el cuello. Poco tiempo después pillaron a los asesinos y los llevaron encadenados a presencia de Leovigildo, diciéndole que eran quienes habían matado al siervo de Dios. Y, aunque no profesaba la fe verdadera, justa fue su sentencia, pues dijo: «Quitadles las cadenas y dejad que se vayan. Si en verdad han matado a un siervo del Señor, no seamos nosotros quienes cobremos venganza por su muerte, sino el propio Dios». Dicho esto, en cuanto los soltaron se los llevaron los demonios, y durante muchos días sufrieron hasta que hallaron la peor de las muertes al expulsar las ánimas de sus cuerpos.


Esto cuenta el diácono de Mérida, y bien habréis observado en el relato ciertos detalles que no cuadran, a pesar del cuidado que puso su autor en el tono moralizante de su hagiografía.

En primer lugar, parece ser que el tal Nuncto era persona en extremo rígida. Me causó cierta risa (Dios me perdone), leer que huía de las mujeres “como del mordisco de una víbora, mas no por misoginia”, pues, si bien la expresión la pone el autor, ambas sentencias se contradicen. En realidad, todo el primer párrafo trata de exaltar la virtud del protagonista para luego explicar por qué recibe el premio de Leovigildo.

Mas ahí está el segundo problema: ¿Cómo un arriano premia a un católico entregándole parte de su hacienda? ¿Para que rece por él a un Dios que, al contrario de la creencia arriana, no solo es Dios sino también Cristo? Y lo que es más, si una de las cosas que distinguía a los nobles era ser arrianos, mientras que los humildes eran casi todos católicos, ¿por qué premiaría el rey a un plebeyo?

En tercer lugar, si tan recto era nuestro Nuncto, dudo mucho que hubiera aceptado el regalo de un arriano, por muchas presiones que recibiera. Cierto es que debió recibirlas, mas pienso que, más que una merced, debió ser alguna herencia recibida, o bien de familiar, o bien de la propia Iglesia, que estimó oportuno ponerle a él al frente de una de sus heredades.

Cuarto, muy pobre me parece el motivo que tuvieron los campesinos para asesinarle. Vestir de forma humilde, más que despertar sus odios, debiera haber servido para despertar sus simpatías.

Y quinto, el hecho de que Leovigildo los indulte es harto significativo, y es lo que me hace dudar de que el rey fuera quien le entregara las tierras. El final, además, es brusco y, en mi opinión, poco creíble. Debió adornarlo un poco más el diácono, y no simplemente decir que “se los llevaron los demonios”.

Mas todas estas contradicciones quedan resueltas en el relato del moro, que es el que a continuación transcribo.


LA HEREDERA MESTIZA

Unos años antes de la hégira, cuando el gran rey Leovigildo reinaba en Hispania, existía en lo que hoy es la Cora de Mérida un feudo gobernado por un gran señor de nombre Gundemaro. Por su excesiva permisividad con los ritos ancestrales contrarios a la fe cristiana, se granjeó muchos enemigos, entre los que se contaba el poderoso obispo Masona, quien pudo difundir el rumor de que Gundemaro había sido hechizado por una bruja con quien había tenido una hija, Hilda. A la muerte del señor no había quedado heredero varón, y la supuesta hija, aunque en parte era goda, tenía dos importantes trabas para heredar las tierras de su padre: ser mujer y de humilde procedencia. Así pues, Masona, viendo la oportunidad de erradicar un importante foco pagano de su diócesis, llamó a un aliado suyo, el abad Nuncto, para proponerlo al rey como digno sucesor de Gundemaro.

Nuncto, a quien precedía fama de severo e intransigente, viajó con parte de su comunidad desde el norte de África bajo la protección de unos mercenarios bereberes a los que había contratado, y se quedó en Mérida a la espera de que se resolvieran los trámites. Una vez que las presiones hicieron efecto sobre el rey y este dio su brazo a torcer, Nuncto se trasladó a las tierras de Gundemaro y se asentó en su castillo, determinado a cristianizar aquel lugar donde con tanta fuerza persistían los ritos antiguos. Pero la resistencia que se encontró fue terrible.

Las gentes del feudo, que querían convertir a Hilda en su jefa, renegaron de Nuncto desde el primer día. Este, decidido a imponer su fe a toda costa, sembró el terror entre sus súbditos sirviéndose de los mercenarios a los que había contratado, a quienes dio orden de vigilar las tierras y ajusticiar a todo aquel que participara en los cultos impíos que se celebraban en los bosques en honor a la que ellos llamaban Diosa Madre, y que algunos conocían con el nombre de Salambó, y otros, de Astarté. Además, el abad trató de obligar a toda la comunidad a acudir a la iglesia so pena de pagar el doble de impuestos. Sin embargo, ninguna de sus medidas tuvo éxito, y lo único que conseguía era exacerbar la rebeldía de los siervos.

Enterado de la existencia de una legítima heredera, Nuncto concentró sus esfuerzos en atraparla. Sus brutos forzaron y torturaron a familias enteras para arrancarles el paradero de Hilda, pero esta, avisada, se ocultó en los bosques. Harta de ver sufrir a su pueblo, pidió a su madre que le cediera el honor de ser la sacerdotisa mayor del culto, y bajo esa dignidad logró reunir a todos los fieles de la zona y trazar un plan para deshacerse de Nuncto. Espiando al abad supieron que todos los domingos tras la misa salía a pasear por las heredades en compañía de sus hombres de armas, y esta costumbre fue la perdición del religioso. Pues un domingo, mientras caminaba por los pastos, el abad oyó unas voces lejanas que le increpaban. Descubrió el clérigo a un grupo de gente que, saliendo de un bosque cercano, le gritaban y le hacían gestos obscenos. Encolerizado, Nuncto mandó a todos sus hombres a perseguirlos, quedando solo. Fue entonces cuando Hilda, en compañía de otro grupo que se ocultaba tras una colina en el lado opuesto, salió en su persecución y, tras alcanzarlo fácilmente, lo mataron en el acto.

Al poco tiempo, el obispo Masona, al enterarse del suceso, mandó a sus hombres para que hicieran averiguaciones y apresaran a los culpables, cosa que lograron. De inmediato, Hilda, junto con otros cabecillas, fueron conducidos a presencia del rey Leovigildo para que recibieran de él su castigo. Mas este, enfrentado por aquel tiempo con Masona (que se había convertido al cristianismo, siendo el rey arriano), sentenció, con desprecio, que, si en verdad aquellas personas habían causado la pérdida de un siervo de Dios, que fuera Este, y no él, quien los castigara, tras lo cual los absolvió a todos. Adoptó entonces el feudo bajo su protección directa, y así el asesinato perpetrado por Hilda quedó impune, y esta, liberada y convertida en legendaria heroína para los suyos.


IDEAS DE AVENTURAS


  • Podría ser esta una buena ocasión para llevar Aquelarre a la Alta Edad Media, en tiempos de los godos, aunque, con muy pocas modificaciones, valdría para una partida en el periodo oficial del juego (siglos XIV y XV). La historia se puede vivir desde dos ángulos interesantes: el de los paganos o el de los cristianos.


  • Si optas por los primeros, los PJ pueden ser miembros del culto a Salambó y ayudar a Hilda a echar de sus tierras a los invasores cristianos comandados por Nuncto. La partida comenzaría desde la llegada del abad, proclamándose señor del feudo, pasando por los abusos de sus matones, ayudar a Hilda a ocultarse y, finalmente, trazar el plan para deshacerse del fanático clérigo.


  • Pero también podría ser interesante que los PJ fueran contratados por el obispo Masona para indagar sobre lo sucedido tras el asesinato de Nuncto. Los PJ llegarán a un lugar abiertamente hostil cuyos habitantes tratarán de expulsarlos a toda costa, y recurrirán al poder de su Diosa Madre, en manos de Hilda y sus sacerdotisas, para ponérselo realmente difícil. Capturar a Hilda debería ser el objetivo último.


  • La liberación de Hilda por parte de Leovigildo podría dar lugar incluso a una buena campaña, estén los PJ en el bando que estén, si Masona se lo toma como algo personal y se empecina en acabar con los paganos.

3 de agosto de 2017

Ambientación: El Lobero (Parte 1)


 Por Hardeck

Aquellos que hayáis leído Ars Malefica ya os sonara la figura de la lobera y recordareis que comentaba que solo las mujeres podían ejercer este oficio, pero no podía estar mas equivocado, pues la figura del lobero existía y su tradición digna de ser descrita. Permitidme pues, enmendar este error.

Se entiende como lobero a un individuo de aspecto salvaje y asilvestrado, vestido con pieles, normalmente lupinas, que ejercía poder sobre los lobos, pero mas que debido a artificio mágico (que bien podía existir) era debido a la convivencia con ellos, ya que el lobero vivía y era aceptado dentro de la manada, incluso como el alfa de la misma.

Se los conocía también como encantadores, conductores o pastores de lobos, y se los solía encontrar principalmente por el norte de España o el sur de Francia, pero el carácter itinerante que este oficio tenía, hacían que los loberos pudiesen moverse mas alla del norte peninsular (hasta en Jaen había registro de actividad “lobera”). Sobre si este oficio se podía considerar benéfico o maléfico, como siempre, dependerá a quien se le pregunte. La Inquisición le tenía cierta inquina, teniéndolos como siervos del Diablo y sus poderes frutos de un pacto con el mismo (y que la sangre de los loberos tuviese fama de ser de suma utilidad en rituales mágicos, como que no ayudaba), aunque para pastores y ganaderos del mundo rural sus poderes y servicios eran apreciados para mantener sus rebaños a salvo.

Personalmente creo que su oficio era uno de los mas nobles que se podía ejercer, pues a caballo entre lobos y hombres, los loberos ejercían como mediadores entre ambos, logrando lo mas parecido a un entendimiento mutuo y una relación satisfactoria para ambos mundos.

Su modo de actuar era el siguiente: una vez que el lobero llegaba a una localidad, solicitaba refugio para pasar la noche. Negarle tal refugio, amen de ser comportamiento de mal cristiano era un riesgo, pues el lobero, para dejar claro su oficio, mas alla de su vestimenta y aspecto salvaje, solía llegar acompañado de uno o dos lobos muy poco convencionales (las crónicas de la época los tachaban fácilmente de fieros o deformes, destacandoles un cierto halo de singularidad, que bien podía ser fruto de cierta transferencia entre el hombre y el lobo que les podría haber dotado de cierta “inteligencia” mas alla de la propia animal) y no era raro que los lugareños poco compasivos fuesen atacados por lobos días despues. Una vez establecido, el lobero buscaba a los ganaderos, pastores o carniceros locales y les pedía una limosna, no para él, sino para sus lobos, acuerdo en el cual todos se beneficiaban, pues una vez saciadas la necesidad de su manada, esta no tendría razón para atacar los rebaños locales. Esta limosna era normalmente una res, una cabra u oveja, aunque en casos de una manada especialmente grande, estancia prolongada del lobero en la localidad o simple picaresca (no era raro el que un picaro se buscara una camada de lobos que, tras matar a los progenitores, y la criara como suya solo con la mezquina intención de vivir como “lobero” a su costa) la limosna se podría solicitar a varios ganaderos de la zona. Tras obtener esta res, el lobero se dirigía a una loma u otro punto alto de la localidad y alli mataba al animal con sus propias manos, tras lo cual lo despedazaba usando un tosco cuchillo de pedernal en ocho partes, las cuales situaba en los puntos cardinales de la cima, quedandose el mismo con los restos (era común que se quedase con la cabeza del animal) y recitaba una serie de palabras en una lengua extraña (llegados a este punto, solo puedo especular que este ritual debía tener su fuerte influencia pagana, recordemos la influencia del Dios Lobo en el norte, siendo las palabras, reminiscencias de una plegaria en una antigua lengua pagana ya perdida y totalmente desconocida para el vulgo) tras lo cual, desde cada uno de los puntos cardinales aparecía un lobo que tomaba la carne y se iba.

Tras lo visto estaba claro el porque de la itinerancia del lobero, pues farsantes y picaros pronto eran descubiertos y lo mejor era poner pies en polvorosa lo antes posible, mientras que para aquellos que practicaban su oficio de forma honesta, cualquier ataque de lobos podía poner en duda sus poderes o la eficacia de los mismos y pasar del genuino o “temido” respeto, a la denuncia a la Inquisición o directamente, al linchamiento. No obstante existen casos documentados de loberos que se establecieron en una región, normalmente en alguna cueva de lobos, encargándose de su protección.

Uno de los casos mas conocidos era el Pare Llop o Padre Lobo, que se estableció en la Cueva dels Orriols, en el Valle de Lillet. Este lobero vivía en paz con su manada en la cueva, pero un invierno especialmente frio se vio obligado a bajar al pueblo mas cercano a pedir refugio, siendo por todos repudiado. Días después los lobos empezaron a atacar los rebaños, no solo de corderos sino incluso también los de caballos y yeguas, incluso a aquellos guardados bajo techo. La situación llego a tal extremo que los ganaderos locales contrataron cazadores de lobos expertos y realizaron varias batidas, pero el Padre Lobo comandó su manada de tal forma, que las crónicas de la época dicen que no consiguieron matar, ni siquiera herir a ningún lobo. Viendo el origen del mal, los ganaderos locales se reunieron y decidieron hacer las paces con el lobero, mandando una comitiva a su cueva la siguiente primavera, donde se le garantizo que siempre encontraría refugio en las casas de la localidad. Aceptó el Padre Lobo las disculpas y los ataques cesaron, y las gentes del pueblo, agradecidos por la falta de resentimiento del lobero, no solo ofrecieron casa y comida cuando lo necesitase, si no que le brindó un pago anual que fue abonado religiosamente por los ganaderos y sus descendientes.

El origen del lobero puede ser muy variado:

  • Hereditario: Era creencia popular que la descendencia de un lobero heredaba los poderes de su progenitor, y al fin de al cabo, no es tan raro en la época que un hijo sigo el oficio de su padre.
  • Accidental: Hay quien no puede elegir su oficio y es el destino el que le reparte sus cartas. Cualquier niño que se pierde en el bosque o monte, se encuentre con una manada de lobos y sabe Dios, estos le acepten, se convertirá en lobero. Puede parecer algo muy increíble de creer, pero a día de hoy, algún informativo nos sorprenderá con noticias similares procedentes del continente asiático y tampoco es que nos tengamos que desplazar mucho espacio en el tiempo en nuestro país para encontrar historias similares, pues tenemos el caso de Marcos Rodríguez Pantoja, que fue criado en compañía de lobos en los años cincuenta en Sierra Morena y encontrado posteriormente como un niño salvaje (el hombre aun vive y se ha hecho una película contando su historia).
  • Profesional: El oficio de lobero se puede aprender y/o transmitir de otro lobero, a la manera de como se comentaba de las loberas, tardándose un mínimo de trece años en completar su “formación”. Mal oficio se puede pensar de dar a un hijo, pero si la familia es pobre y el hambre aprieta…
  • Locura: Lo que hoy en día entendemos como licantropia, no es mas que una enfermedad mental en la que un hombre se cree un animal, así que aquellos “licantropos” de la época, bien podían buscar la compañía de sus hermanos lupinos, abandonando la sociedad humana.
  • Marginación: Una persona puede ser marginada o proscrita a tal extremo que su única salida sea la de echarse al monte para sobrevivir, donde quizás descubra que la compañía de lobos es mejor compañía que la de hombres...
  • Mágico: Uno se puede convertir en lobero ya sea por maldición o bendición. Como maldición puede ocurrir con un hechizo de Condenación exitoso o cualquier otra maldición no descrita (algún hechizo pagano de Castigo del Dios Lobo es plausible). Como bendición, existe un ritual en la medianoche de la Noche de San Juan, que en una poza de agua estancada se ha de sumergir la persona, dejando toda su ropa y pertenencias en la orilla, y en el agua recitar el llamado Padrenuestro de Lobos, tras lo cual, al salir del agua, se habrá dejado atrás todo rastro de su humanidad y se deberán pasar lo siguientes siete años en compañía de lobos, en un principio buscando una manada, y, vestido con pieles, ir acompañándola a cierta distancia hasta que llegue el día que se sea aceptado, tras lo cual se deberá aprender todo lo posible de su nueva familia. Tras estos siete años, en otra Noche de San Juan, se repetirá el ritual, esta vez al salir del agua, renaciendo como hombre, pero con todos los poderes asociados a un lobero. Otro modo de adquirir esta condición es el vox populi de la época: el Diablo concede al lobero el poder sobre los lobos para poder extender el mal entre los buenos cristianos.
  • Pagano: El culto al Dios Lobo fue fuerte en el norte, así que si algunas de sus practicas ha sobrevivido, quizás el lobero sea el resultado de las ordalías de los mas devotos a su dios, o solo el resultado de estas practicas malinterpretadas. Por otro lado, ¿que mejor lugar para un guardián sagrado del Dios Lobo que el esconderse entre sus hijos?
Y esta es la vida del lobero, una vida dura, pero honrada, pero no falta de peligros que los supersticiosos abundan y no son tolerantes, y los picaros y farsantes no ayudan al correcto desempeño del oficio, y no siempre es solución internarse en el bosque, que allí también hay cazadores que no estiman al lobo y verán al lobero como otra alimaña más en el mejor de los casos y en el peor, se convertirá en blanco de cazadores loberos, que si ya es duro cazar lobos, mas aún si son guiados por una mano inteligente.
El oficio de lobero se seguirá ejerciendo hasta que el 25 de Marzo del 1.783, Carlos III emita una real cédula en la que diga:
"En lo respectivo á los que se llaman Saludadores y los Loberos, mando asimismo sean comprehendidos en la clase de los vagos y tratados como tales…”.
Con ello no digo que desaparezcan, ni mucho menos, pero a partir de esa fecha se tendrá al lobero, de manera oficial, como vago, vagabundo o maleante, según el capricho de la autoridad local, dificultando el desempeño del oficio y condenando al lobero a merodear zonas cada vez mas rurales y comprensivas con su arte.
Tras esta exposición, permitidme un receso. En mi proxima intervención hablaremos de como integrar al lobero en nuestras partidas de Aquelarre y de sus particularidades.